
La noticia del fallecimiento de Pepe Guerra causó profunda congoja en el Uruguay y rápidamente recorrió el mundo. Se fue un emblema de la música de esta tierra, cantor olimareño y universal, poseedor de una voz única, que marcó a tantas generaciones con sus canciones desde el dúo Los Olimareños y también en sus registros como solista.
Rodeado por sus hijos Yanina, Florencia, Nicolás y por su esposa Adriana, Pepe se fue en paz, según lo informó la productora AM en un comunicado que nadie hubiera querido tener que leer.
Despedida
Desde que se difundió la noticia, artistas, músicos, y distintas personalidades se han expresado públicamente con palabras de agradecimiento y gratitud por haberlo conocido y por su vastísima carrera de construcción cultural, de compromiso ético y social.
«Pepe Guerra ha planteado ante sus semejantes su modo de andar, por lo tanto lo que ha ofrecido y seguirá ofreciendo a través del registro de sus canciones es una profunda mirada de la comarca y del mundo, una mirada desde el sentir popular a través de su yo particular, ese yo personalísimo que en su voz deviene en arte. Se trata, pues, de un hombre y de un artista con una trayectoria en la que ha habido un continuo desarrollo de ideas, una evolución intuitiva permanente, que, sin embargo, no ha sido obstáculo para mantenerse fiel a sus raíces, a sus principios, a sus orígenes de humilde cantor de pueblo chico. Eso, junto a su inconfundible voz, es lo que lo ha situado en la admiración, en el cariño y en el respeto de la sociedad que lo engendró y que lo erigió como uno de sus mayores referentes artísticos», escribió su amigo Jorge Yuliani.
«Ta llorando un pueblo entero tu partida Pepe, tu voz nos acompañará siempre». La conmoción y el cariño por Pepe se reflejaron en cada palabra, en cada recuerdo compartido por quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y admirarlo», reflexionó Jorge Nasser.
Por su parte, la cantante Laura Canoura escribió en sus redes sociales: «Se murió el Pepe Guerra. Se van con él mis primeros rasguidos en una guitarra tratando de tocar entera Caminitos de tierras coloradas. Se van con él mi campera roja y mis risas haciendo seguridad en el Estadio cuando regresaron. Se queda su maravillosa segunda grave».