
El director del Instituto Lula y secretario administrativo del Sindicato de los Metalúrgicos del ABC, Wellington Messias Damasceno, afirmó que la integración regional es fundamental para fortalecer la competitividad del sector industrial. Desde su perspectiva, “el MERCOSUR debe potenciar su capacidad de negociación frente a bloques como la Unión Europea o países como China y Estados Unidos, ya que si cada nación negocia por separado, las posibilidades de éxito se reducen considerablemente”. Asimismo, se mostró partidario de potenciar los lazos regionales, tanto a nivel político como sindical, para afrontar los desafíos que se presentan a nivel global.
Damasceno representa a una de las organizaciones sindicales más importantes de Brasil, con más de 72.000 afiliados en cuatro ciudades. Su visita a Uruguay se enmarca en la llegada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien asistirá a la asunción presidencial de Yamandú Orsi el próximo 1º de marzo. Aprovechando su estadía, Damasceno se reunió con el PIT-CNT y otras organizaciones sindicales.
En diálogo con el Portal del PIT-CNT, el dirigente analizó la situación de la industria en Brasil desde su experiencia como trabajador metalúrgico en Volkswagen y como líder sindical, destacando similitudes con la realidad uruguaya. “En los últimos años, ambos países han experimentado un proceso de desindustrialización, pérdida de la importancia de la manufactura y primarización de sus economías”, advirtió. En el caso de Brasil, se ha observado una “creciente dependencia de sectores extractivos, como la minería de hierro, la producción de granos y, recientemente, la explotación de tierras ricas en minerales para la fabricación de baterías”.
Políticas de reindustrialización
“Con la elección del presidente Lula, hemos tenido mayores posibilidades de intervenir en el proceso político y de construir políticas de desarrollo productivo. Un ejemplo es el programa Nueva Industria Brasil, orientado a la reactivación del sector industrial. En el ámbito automotriz, también contamos con el programa MOVER (Movilidad Verde e Innovación), que busca fomentar una industria más sostenible”, explicó Damasceno.
Según el dirigente, estas iniciativas tienen como objetivo impulsar una “neoindustrialización” basada en la descarbonización, las nuevas tecnologías y una economía más verde e innovadora. “Actualmente, el empleo industrial en Brasil está en crecimiento, lo cual es una señal positiva. Además, los ingresos de los trabajadores de la industria también han comenzado a recuperarse”, agregó.
Sin embargo, recordó que, entre 2003 y 2010, los trabajadores industriales experimentaron un fuerte aumento en sus ingresos, pero desde entonces los salarios se han reducido a la mitad. “Para los trabajadores, esta situación ha sido desastrosa. Hoy estamos en un proceso de recuperación y discutiendo con el gobierno cómo integrar esta mejora en la política industrial”, explicó.
Damasceno subrayó dos desafíos clave: atraer nuevas industrias y establecer criterios claros para medir el impacto de la política industrial. “La economía ha mejorado y el empleo ha crecido, pero debemos enfocarnos en atraer nuevas industrias en lugar de simplemente importar productos”, señaló. En este sentido, considera fundamental que el desarrollo industrial esté alineado con “la descarbonización, el trabajo decente y una distribución equitativa de los beneficios”. Además, planteó la necesidad de establecer métricas claras para evaluar los resultados de las políticas gubernamentales. Dijo que el presidente Lula plantea generar empleos y también evaluar cuántos puestos de trabajo se crearán en el período.
Agregó que las empresas están recibiendo ciertos beneficios, pero estos deben ir acompañados de una “contrapartida”, como la generación de empleo. En este sentido, resulta fundamental establecer “criterios claros para medir este impacto y definir estrategias para la recalificación profesional de los trabajadores en el contexto de una nueva industria”. La capacitación laboral es un aspecto clave, por lo que es necesario determinar quién se encargará de impartirla, qué tipo de formación se brindará, cuánto tiempo demandará y cómo se financiará. Estas cuestiones han sido objeto de debate desde el año pasado, con el propósito de incorporar un factor social en las “métricas que regulan el acceso de las empresas a los beneficios fiscales del programa”.

Esa métrica social consiste en “evaluar” que las empresas que paguen salarios superiores a un umbral determinado y aquellas que implementen jornadas laborales más cortas puedan acceder a mayores incentivos. “Por ejemplo, en la región donde se encuentra mi sindicato, las empresas automotrices trabajan 40 horas semanales, mientras que en otros sitios la jornada es de 44 horas. Existen diferencias en los regímenes laborales, los salarios y los beneficios, lo que plantea la necesidad de establecer una normativa que garantice condiciones equitativas de competencia. El Estado brasileño no puede generar desigualdades que favorezcan a ciertas empresas en detrimento de otras”.
Dijo que un claro ejemplo de esta problemática es la empresa ubicada en el nordeste del país, que es la que más vende y produce en Brasil, pero también la que paga los salarios más bajos, impone jornadas más largas y recibe los mayores beneficios estatales. “En contraste, las empresas de su sector enfrentan una situación desigual. Al observar esta realidad, muchas se plantean trasladarse a zonas con mayores incentivos, salarios más bajos y jornadas más extensas, lo que genera un desequilibrio en la competencia”. Esta situación obliga a reflexionar sobre la necesidad de reglas claras y justas para todas las empresas, evitando que el Estado cree distorsiones en el mercado laboral y en la competitividad industrial.
La integración regional como estrategia clave
“En nuestro gremio somos firmes defensores de la integración regional. Lo que llamamos en español la ‘Patria Grande’ debe contar con condiciones reales para la integración, ya sea económica, comercial o, por supuesto, laboral”, expresó Damasceno. Un primer paso -argumentó- es abrir el debate sobre el contenido local en la producción, "como ya lo estamos haciendo en Brasil". Agregó que este tema también debe abordarse a nivel del MERCOSUR, ya que industrias como la automotriz y la metalúrgica en general son complementarias. “En Brasil se fabrican productos con autopartes provenientes de Argentina o Uruguay, que luego se comercializan en esos mismos mercados. Asimismo, hay industrias en Uruguay que dependen de materias primas o componentes importados desde Brasil. Se trata, en definitiva, de industrias interconectadas”.
Agregó que esta es una cuestión central y debe ser una postura compartida por los sindicatos tanto en Uruguay como en Brasil. “Es fundamental defender que el contenido local sea considerado en el MERCOSUR en su conjunto, y no sólo a nivel de cada país individualmente”.
Otro punto clave al que hizo mención Damasceno es la necesidad de “discutir a nivel de bloque, ya que esto otorga una mayor capacidad de negociación frente a potencias como China, Estados Unidos y la Unión Europea”.
“Si cada país negocia de manera aislada, nuestras oportunidades de éxito serán considerablemente menores. Es necesario desarrollar una estrategia de cooperación entre vecinos y evaluar cómo podemos beneficiarnos colectivamente en las negociaciones comerciales con otros bloques”, manifestó el dirigente sindical.
Un tercer aspecto relevante es la integración de los sindicatos. “Es crucial analizar cuestiones como el salario mínimo del sector metalúrgico en Uruguay y en Brasil, ya que incluso dentro de un mismo país existen diferencias significativas. Por lo tanto, debemos avanzar en la discusión a nivel regional y no limitarnos a las condiciones gremiales de cada país o región en particular”.
Esta integración y el debate sobre las políticas que los sindicatos y gremios deben defender son fundamentales para garantizar el éxito de los trabajadores. “No basta con que la economía de un país esté en crecimiento; el desarrollo debe traducirse en mejores condiciones para los trabajadores. De nada sirve que un país tenga indicadores económicos positivos si sus trabajadores siguen percibiendo salarios bajos, pasan hambre y no pueden acceder a los bienes que ellos mismos producen”.
“Los capitalistas y los financistas suelen argumentar que lo importante es que al país le vaya bien, pero esto no siempre significa que a los trabajadores también les irá bien”, remarcó.
Damasceno utilizó una metáfora para ilustrarlo. Cuando el gobierno de Michel Temer en Brasil implementó su reforma laboral, fue un ataque directo a los trabajadores y a los sindicatos. “Cada gremio intentó salvarse por su cuenta, pero al final todos resultaron perjudicados. La metáfora es que nos refugiamos dentro de la casa para evitar perder el trabajo, pero cuando salimos, no teníamos nada. Todo había desaparecido. Con el MERCOSUR ocurre algo similar: si Brasil mejora, pero en Paraguay o Argentina los salarios bajan, las empresas lo notarán y buscarán negociar reducciones salariales en Brasil o incluso trasladar su producción a otros países. Por eso, la integración regional y la coordinación sindical son esenciales para evitar esta competencia desleal y garantizar condiciones justas para todos los trabajadores del bloque”, puntualizó.