
Las declaraciones que surgen hoy del encuentro del futuro Ministro de Trabajo, Juan Castillo, y la Asociación de Promotores Privados de la Construcción, en el marco de un paro general en nuestra industria, ocasionado por un nuevo siniestro mortal que podía ser evitable, indican que a todos nos importan los siniestros mortales, pero no nos importan a todos por igual.
A nosotros, al SUNCA, nos importan en concreto, porque enterramos compañeros. En concreto, porque donamos parte de nuestro salario para la familia. En concreto, porque tenemos una Fundación que aporta para que los hijos no queden desamparados. En concreto, porque los fines de semana vamos a construir las casas. En los hechos. Hay quien dice "me importa" y no los hemos visto nunca donar una hora, ni ir a visitar a una viuda, ni ir a un velorio, ni ir al BSE a ver qué precisa, ni conseguir una prótesis, etc.
Hay algunos representantes del empresariado uruguayo que aún añoran la década de los 90, sin consejos de salarios, sin libertades sindicales, con sindicatos con poca capacidad práctica de respuesta. En esa época, durante los 10 años de los 90, teníamos un alto nivel de siniestros mortales, en el entorno de 10 y más muertos al año en accidentes de trabajo. Así como también en el entorno de 112 discapacitados, resultado de cómo se organizaba el trabajo y un alto incumplimiento de las leyes, las normativas y los decretos en nuestro país. Hoy ese número se redujo significativamente, si bien un siniestro mortal para nosotros sigue siendo demasiado.
Los avances en materia de seguridad y salud laboral están fuertemente ligados a nuestras luchas de todos los días, porque para nosotros LA VIDA ESTÁ PRIMERO. Mientras que a algunos "pareciera" estar más preocupados por las horas de producción que por denunciar el incumplimiento de las normativas. De hecho, la mayoría de los siniestros graves y fatales se producen en obras donde la organización sindical no logró llegar. El Sindicato es imprescindible para el cumplimiento de la normativa por la que tanto luchamos.
Repudiamos profundamente que se le ponga precio a la vida de un trabajador, haciendo cálculos de almacenero de cuántas horas se pierden de producción. No aceptamos que se cuestionen nuestras medidas sindicales en favor de la vida, de pelear por el legítimo derecho de volver sanos y salvos a nuestros hogares. Llamamos a que se levante más la voz para con quienes tienen la responsabilidad de cumplir con las leyes, los decretos y las normas, para que nunca más tengamos un siniestro mortal en nuestra industria.