
El Instituto Cuesta Duarte, con el financiamiento del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP), presentará el 17 de octubre, a las 19 horas, en el Espacio Modelo, dos proyectos clave: “Todo se Transforma”, destinado a la formación de trabajadoras y disidencias cuentapropistas en el área de confección de vestimenta mediante técnicas de upcycling o reciclado y rediseño; y “Colectivas”, enfocado en capacitar a mujeres y disidencias artesanas para potenciar sus ventas a través internet y las redes sociales.
El evento culminará con un espectáculo artístico a cargo de Kumbiaracha, una banda integrada por 14 músicas uruguayas que fusiona géneros bailables de Latinoamérica.
El proyecto “Todo se Transforma” es ejecutado por un equipo técnico del Instituto Cuesta Duarte y el Sindicato Único de la Aguja (SUA), y cuenta con el cofinanciamiento del INEFOP. Está dirigido a la formación de trabajadores y trabajadoras cuentapropistas en el área de confección de vestimenta mediante técnicas de “upcycling”, que es el reciclado y rediseño de prendas en desuso, así como el aprovechamiento de materiales textiles provenientes de la fabricación de prendas. Promueven la economía circular, generando una producción sustentable en una industria cuyos desechos son un problema mundial. El curso está destinado a 150 trabajadoras con conocimientos básicos sobre confección.
El proyecto “Colectivas”, también cofinanciado por INEFOP, es llevado adelante por el Instituto Cuesta Duarte en colaboración en conjunto con Femi Feria. Busca capacitar a 150 mujeres en los próximos 12 meses, con el objetivo de que puedan generar más ventas. No sólo está dirigido a las integrantes de Femi Feria, sino también a otros colectivos de mujeres y disidencias. Entre las áreas de formación se destacan: estética y marketing digital, publicación de productos en Instagram y aspectos normativos de un emprendimiento, entre otros.
Femi Feria
Carla Foulques, una de las fundadoras de Femi Feria dijo al Portal del PIT-CNT que formaron “una colectiva feminista”, que transita desde el año 2020 el Movimiento Social de Mujeres y Disidencias, cuando el Uruguay y el mundo atravesaba la pandemia del COVID.
La Colectiva se conformó con mujeres del territorio, de Montevideo y sus alrededores, y nació para atender urgencias de mujeres que vivían en situación de máxima vulnerabilidad. Si bien Folulques provenía de la construcción, rápidamente intentó generar lazos con mujeres artesanas, trabajadoras sexuales, víctimas de violencia basada en género y distintas realidades en las que el denominador común era la vulneración de derechos.
"Nos pusimos a trabajar con mujeres de todas las edades y, fundamente, abuelas con nietos a cargo, porque todas necesitaban una salida laboral, aunque fuera limitada".
Al comienzo, Carla Foulques junto a otra compañera advirtieron la precariedad que estaban viviendo las mujeres que estaban siendo despedidas de las empresas por la falta de trabajo, y por tanto no tenían suficientes ingresos para sus hogares. Por tal motivo tomaron la decisión de formar Femi Feria y así poder otorgarles herramientas para que ellas pudieran vender sus productos. Pero Femi Feria no solamente habilita a que las mujeres con familia a cargo puedan desarrollar sus emprendimientos, sino también desarrollan talleres y cursos de formación pensando en la capacitación y en el crecimiento de las personas. De este modo, el segundo paso fue ponerse en contacto, a través de las redes sociales y grupos de Whatsapp, con todas aquellas mujeres que enfrentaban este tipo de dificultades laborales. La iniciativa contó con el respaldo de la Intendencia de Montevideo.
La primera feria se realizó en diciembre de 2020, como respuesta a la situación dramática que vivían tantas mujeres en distintos barrios durante la pandemia. De este modo, luego de realizar las gestiones administrativas ante la Intendencia de Montevideo, las mujeres emprendedoras pudieron exponer y vender sus productos artesanales en la primera Femi Feria que se realizó en la plaza Cagancha. “En cada feria le pedíamos a las emprendedoras que llevaran un alimento no perecedero para aquella compañera que por algún motivo no tuviera buenas ventas, por lo menos pudiera llevarse una canasta solidaria”, explicó Foulques al Portal del PIT-CNT.
“Trabajamos con la diversidad, con la discapacidad, con mujeres que sufrieron cáncer, que salen del sistema laboral por el problema de salud y no las vuelven a integrar al mercado laboral, y víctimas de violencia basada en género. También trabajamos con afrodescendientes e indígenas, es decir, con todas aquellas mujeres que sufren vulnerabilidad económica y que están fuera del sistema económico del país”, agregó.
La activista por los derechos de las mujeres manifestó que en la actualidad son una centena de mujeres, pero han llegado a ser más de 500 emprendedoras. “Hace dos años hicimos un mega feria y recorrimos Montevideo. Estuvimos en Plaza Independencia, la UDELAR y Plaza Cagancha, entre otros lugares”, dijo.
“Fue impresionante también el trabajo que se hizo en septiembre de 2022 por el mes de la diversidad. Para mí fue un desafío y un aprendizaje siendo ex trabajadora de la construcción. Lo más lindo es que podés hablar de lo cotidiano con cada mujer, lo que le está pasando”, destacó.
Agregó que en muchas ocasiones, las mujeres víctimas de violencia de género tienen que continuar viviendo con el hombre violento, porque no tienen recursos. “Si bien tenemos una ley integral que está bien hecha, sin embargo, no están los recursos para poder ayudar a esas mujeres. Y somos nosotras las que trabajamos en los territorios, que tenemos que ayudar a las mujeres. Además, tenemos un grupo de WhatsApp integrado por artistas de los territorios, que convocamos para que brinden sus espectáculos artísticos como forma de participación. Así colaboran con su trabajo artístico y también nosotras difundimos su trabajo”.
Foulques lamentó que el actual gobierno haya “dejado de lado las políticas sociales”. Agregó que una consecuencia de ello es que muchas de las mujeres que se dedican a la venta de las artesanías han perdido muchas ventas, “porque no hay dinero y la gente está preocupada, como es lógico, en poder sobrevivir. Por más que digan lo que digan en los informativos, nosotras sabemos que el salario sigue siendo precario. En muchos casos, las políticas del gobierno planteó salarios magros y empleos chiquitos, que no son una solución real para una familia. Entonces, con toda esta realidad, la gente está mirando lo que le falta en el hogar y la verdad que comprarse algo personal de decoración o un artículo en una feria como las que nuclean a artesanas, pasa a ser algo secundario”, remarcó.
“Desgraciadamente, el sistema capitalista nos está haciendo individuales a las mujeres. Aún más en las redes sociales, porque hay tanta basura dentro de las redes sociales, que la persona se va aislando, y por eso nosotras defendemos la idea de estar unidas como compañeras y ayudarnos entre todas”, expresó.
En el plano social, Foulques lamenta que tanta gente esté pasando mal. Cerca de la plaza por donde estoy, en el barrio Goes, hay una panadería y allí cada día se forma una cola larguísima de personas para poder comer los recortes del pan de sándwich. A mí se me estruja el corazón al ver eso. Y después lo que vemos todos: familias enteras durmiendo en las calles; es muy lamentable lo que está ocurriendo en el territorio. La gente que está reciclando, mujeres con hijos chiquitos recolectando residuos para poder darle de comer a sus hijos. Hay gente que tira la comida porque les sobra y otras personas la junta para dársela a sus hijos. A esa gente es a la que tenemos que ayudar y darle los recursos”.
Según Foulques, ni el Ministerio de Desarrollo Social ni el Instituto de las Mujeres se han acercado a ellas, más allá que desde Femi Feria se le han realizado algunos planteos. “Hemos estado intercambiando palabras, pero las palabras se las lleva el viento”.
Femi Feria y Colectivas
Por otro lado, explicó que el proyecto del Instituto Cuesta Duarte, "Colectivas", tiene como objetivo ayudar a las emprendedoras a formarse. “Es importante la formación entre mujeres, porque eso nos ayuda en nuestros emprendimientos a identificar en qué estamos fallando, mejorar el uso de las redes sociales, o participar en reuniones por Zoom. A veces, muchas compañeras no saben usar Zoom o no manejan correctamente las redes sociales, mezclando lo personal con las ventas. La idea es ayudar a las compañeras a formarse. No se trata solo de Femi Feria, sino de abarcar a todo Montevideo y el resto de Uruguay para que se puedan inscribir y participar”, manifestó.
La militante social resaltó la satisfacción de Femi Feria con el trabajo de las jóvenes del Instituto Cuesta Duarte, "que siempre están disponibles para ayudar y colaborar". En Montevideo, las reuniones se realizan en la Casa de las Ciudadanas, en el Espacio Colabora o en la Casona de Pioneras. Si bien la iniciativa nació en Montevideo, con el paso del tiempo se ha expandido en toda la zona metropolitana y algunos departamentos como Durazno y Flores.
Historias
Por otro lado, Foulques explicó que el trabajo de la colectiva Femi Feria ha tenido que enfocarse también en temas relacionados a la diversidad, derechos, "violencia de género y violencia entre mujeres". Ella explicó que trabajan mediante talleres para superar diversas situaciones de violencia que en cierta medida, antes eran naturalizadas. "Trabajamos mucho las violencias entre mujeres, porque a nosotras nos criaron siendo rivales, pero debemos aprender a caminar juntas”, relató. Asimismo, se refirió al caso de las abuelas que se hacen cargo de sus nietos, es decir, mujeres que son abuelas y madres a la vez. “Ellas reciben apoyo de todas partes. Sabemos claramente que no podemos absorber los casos, pero sí derivarlos a los ámbitos correspondientes. Existen centros a los que pueden acudir, pero están debilitados”. Expresó que muchas personas en situación de consumo se alejan de sus familias y terminan durmiendo en la calle. “Lo vemos claramente en Montevideo, donde hay gente durmiendo en la calle. La abuela se queda con el niño y comienza a emprender con sus artesanías para poder sostenerse”. Comentó que realizan tejidos en lana e hilo, trabajos en cuero, reciclaje de prendas en desuso y reciclado de papel para la confección de cuadernillos. “En los años que llevo como coordinadora general, enseguida percibo cuando una persona está sufriendo”.
También se refirió a un caso de personas trans. “Muchas de ellas son mayores y ya han pasado por todo. Han sido excluidas del trabajo, y su único medio de subsistencia era el trabajo sexual. Ahora, por suerte, están teniendo la posibilidad de vender artesanías y, poco a poco, van saliendo adelante. Al menos en los territorios se les está dando la oportunidad de trabajar dignamente, no con un salario fijo, pero sí armando sus artesanías para vender”.
La integrante del grupo por los derechos de las mujeres y disidencias solo pretende que la sociedad llegue a ser más justa, inclusiva y con más derechos para todas las personas. También planteó que la libertad de expresión debe estar protegida: “La gente está llena de odio y es hora de cambiar”.
Historia personal
Carla Foulques nació y creció jugando. Jugaba mucho y esos recuerdos no se irán más. Por más que la vida no le fue sencilla, cuando habla de su infancia y recuerda cómo jugaba con la pelota en la calle sin parar, sus ojos cambian. Brillan aún más que cuando habla con orgullo de sus compañeras de la colectiva.
Ella nació en Montevideo, en el Hospital Pereira Rossell. No conoció a su padre y si bien soñaba ser arquitecta, la vida soñada se le derrumbó cuando falleció su mamá. Si bien Carla trabajaba desde los 9 años ayudando para llevar comida a la casa, la muerte de su mamá fue demasiado para una niña y sus hermanas. En un abrir y cerrar de ojos, tuvo que aprender a vivir en la calle. A buscarse la vida sin metáforas ni poesía ni nada más que hambre y frío. Carla tuvo su primer hijo en condiciones de extrema vulnerabilidad. “Viví en un asentamiento, donde tuve otros tres hijos. Sé lo que es recoger de la basura, sé lo que es comer de la basura, secar la yerba al sol, fumar tabaco porque no hay nada más para fumar ni para comer. Sé lo que es comprar dos panchos para hacer una salsa para el arroz de mis hijos. El rancho en el que vivía parecía que se iba a caer. Fue impresionante y muy fuerte, porque nos agarró el temporal de 2005 con mis hijos y fue el único rancho que no se derrumbó. Además, sirvió de refugio para muchas personas que se quedaron allí en medio de la tormenta”, evoca con orgullo.
Al menos, aquella noche del temporal, la vida le dio una tregua. El rancho resistió y fue espacio colectivo. Siempre pensando en plurales y en que nadie quede a la intemperie.
"Después con el primer gobierno de Tabaré Vázquez cobré el ingreso del Plan de Emergencia, con el que me compré una manicera y empecé a vender maní en la cancha de Basáñez. Después conseguí trabajo en la construcción y fui una de las primeras mujeres en integrar el SUNCA. Tengo muchas compañeras y compañeros muy queridos dentro del SUNCA, porque ayudan muchísimo a la Colectiva y saben del trabajo que estamos haciendo con las mujeres”.
Carla no está acostumbrada a entrevistas ni reportajes ni fotos. Pero se preparó especialmente para contar su vida y la de la colectiva que fundó. Porque dice que es importante que la gente sepa que "hay muchas -muchísimas- mujeres y disidencias que la están pasando mal".
Carla tiene cinco hijos: Adrián, Ignacio, Pablo, Brian y Guillermo, cuyas edades van desde los cinco hasta los 28 años.
“Somos muy humildes, pero como personas tenemos muchos valores. Eso es lo que les estoy inculcando, y mis hijos trabajan y estudian”, comenta con orgullo.
"Me gustaría que sean buenas personas pero creo que ya lo son", dijo con una sonrisa enorme, antes de irse a trabajar para colaborar con la vida de sus compañeras de la colectiva.