
Duermen poco porque casi no tienen tiempo para descansar y porque a veces también les gana el desvelo. Escuchan. Leen. Preguntan mucho hasta que se forman opinión. Y a partir de ese momento, no los para nadie. Salen a recorrer calles, fábricas, oficinas, plazas, ferias, rutas. Cuando es necesario, se trepan a los árboles, se suben a las unidades de transporte colectivo para terminar de convencer a quien dudaba de algo. No hay tiempo, no hay hora, no hay reloj, como dice la canción.
Son las y los militantes que abrazan causas que consideran justas. Porque creen que es posible construir una sociedad mejor. Y que no es verdad que la riqueza y la comida y los medicamentos y la cultura y la educación tienen que ser solo para quienes nacieron con ciertos privilegios, sino que hay que terminar con la desigualdad que excluye a tantas y tantos. Por eso militan. Y juntan firmas o salen a explicar un plebiscito que –para ellos- ha sido demonizado en forma y contenido. Porque las y los militantes que salen cada día a dialogar con la gente en cada barrio de todo el país, no comparten los argumentos de quienes afirman que las jubilaciones y pensiones más relegadas, deben esperar un tiempo más, porque si se las mejora ahora un poco –poquito- mediante la voluntad popular, entonces todos los males del mundo -y la furia de las calificadoras de riesgo- caerán sobre nuestras cabezas.
Ellas y ellos, no están de acuerdo con eso. Y decidieron salir a militar. Igualito a lo que han hecho toda su vida. Porque eso hacen las y los militantes de fierro. Tratar de cambiar el mundo para hacerlo un lugar mejor, "sin que naides quede atrás".
En todas las canchas
Ricardo Fierro nació en el Centro Hospitalario Pereira Rossell y se crió en Jardines del Hipódromo, cerquita del estadio de Danubio. Hijo de madre ama de casa –oriunda de San Gregorio de Polanco (Tacuarembó)- y de padre nacido en Estación Solís (Lavalleja), peluquero y jardinero, que por las vueltas de la vida, también trabajó en Manzanares y en la Prefectura Nacional Naval.
“Mis padres eran muy tradicionalistas, mi papá fue blanco y mi mamá colorada, pero con el paso de la vida se hicieron de izquierda”.
Ricardo comenzó a trabajar a los 13 años como obrero en una chacinería. “Tuve que llevar el permiso de menor que se sacaba en la calle General Flores y Larrañaga para poder trabajar tan chico”. Después pasó a un frigorífico y en plantas procesadoras de pescado, hasta que se subió a un barco pesquero y allí fue donde pasó la mayor parte de su vida laboral. “Laburar en un barco pesquero no es fácil, es muy duro. Íbamos al muelle -como cualquier hijo de vecino- con un bolsito a buscar laburo y ahí te tomaba el contramaestre o el patrón del barco, y si te daba la changa, salías al mar”. Navegó y recorrió ríos, mares y océanos. Surcó el Atlántico y el Pacífico, visitó la Antártida y recorrió Las Malvinas; vivió días y noches que dejaron marcas imborrables.
En aquellos años, a Ricardo Fierro le tocó vivir huelgas, luchas sindicales para mejorar las condiciones de trabajo frente a patronales duras, pero también tuvo que atravesar tormentas en las que los barcos se estremecían con el impacto de las olas y la consigna era sujetarse fuerte de lo que hubiera a mano por si la embarcación naufragaba.
Fueron muchos años de trabajo en la pesca, militancia y familia.
“Soy un tipo feliz, tengo tres hijas divinas, Nataly, Victoria y Karen y cuatro nietos: Joaquín, Bruno, Federico y Guillermo. Y soy bolso de los que ya no va a la cancha pero a Nacional lo sigo con el corazón”.
Ricardo es uno de los militantes incondicionales que tiene el movimiento sindical y a lo largo de su vida, ha abrazado innumerables causas, campañas y tareas militantes. No figura ni aparece en los medios, pero es querido y reconocido en La Teja, en Maroñas, Piedras Blancas, Tristán Narvaja, Pando, Las Piedras, Blanquillo, Treinta y Tres y en tantas y tantos rincones de la Patria.
“Ahora son otras las formas de militar. Para mucha gurisada y gente grande también, las redes y los teléfonos son su espacio de militancia. Yo sigo creyendo en el engrudo, en pintar y empapelar los muros, en repartir volantes y charlar con la gente en las ferias como lo aprendimos de las generaciones de antaño, de los anarquistas que llegaron al movimiento sindical. Aunque claro, no reniego de la importancia de las nuevas tecnologías. Si creyera que las redes no sirven estaría equivocado. Pero a mi dejame con las manos llenas de engrudo y compartir una torta frita en el barrio, en todo el país, que así me entiendo con la gente. Aunque sea un camino más largo y tal vez más desgastante, lo prefiero así, con la propaganda plebeya, con las manos llenas de engrudo y quemarnos con la soda”.
Ricardo y las brigadas solidarias del movimiento sindical también han desempeñado un rol fundamental para sostener con alimentos a las ollas y merenderos en tiempo de pandemia, y organizando la solidaridad del pueblo uruguayo para llevarle directamente a las familias damnificadas por las inundaciones en distintos puntos del país o por los temporales como el de Dolores (Soriano), entre otros.
Según Fierro, la LUC cambió “bastante” el escenario para las y los militantes sociales. “Logramos una patriada al juntar 800 mil firmas en pandemia y casi la tiramos abajo. Pero al quedar vigente eso permitió que en muchas oportunidades, alguna gente denuncie las pintadas de los militantes sociales y actúa la Policía. Eso nos pasó a nosotros, a la Brigada Di Pascua, a jóvenes estudiantes, y bueno, a pesar de ello, no vamos a aflojar”.
En la actual campaña por el Sí que impulsa el PIT-CNT, la militancia tradicional, “la plebeya” como se la denomina, ha sido determinante para informar a la población y desmontar el relato catastrófico y temerario de algunos voceros del gobierno.
“Esta causa es por los que están cobrando jubilaciones sumergidas, por los postergados y para que no nos exijan trabajar hasta que el cuerpo no aguanta más para cobrar menos. Por eso vamos a seguir recorriendo cada rincón y cada esquina para tratar de informar y explicar cuál es nuestra lucha”.
Ricardo –como tantos y tantas miles de militantes de fierro- está convencido que el plebiscito por el Sí marcará historia. Y dice que eso se respira en las calles. Abajo.