
El presidente del PIT-CNT y secretario general de la UNTMRA, Marcelo Abdala, advirtió sobre las desigualdades generadas por el actual modelo económico y llamó a impulsar una transformación productiva. Planteó la necesidad de diversificar la economía, fortalecer la industrialización y promover la complementación productiva en el MERCOSUR.
Abdala defendió la reducción de la jornada laboral sin pérdida salarial, la profundización de los Consejos de Salarios y una reforma integral de la seguridad social que incluya la reducción de la edad jubilatoria y la eliminación del lucro de las AFAP. También subrayó la importancia de un diálogo social que permita avanzar en estos cambios estructurales.
Desde el miércoles 12 hasta el viernes 14 de marzo se desarrolla en Montevideo el 23° Congreso de la UNTMRA bajo la consigna: “Sin industria no hay desarrollo”.
El informe político de apertura del Congreso del sindicato metalúrgico estuvo a cargo del secretario general de la UNTMRA y presidente del PIT-CNT, Marcelo Abdala.
Al inicio de su exposición, Abdala se refirió a la situación internacional y advirtió que el mundo atraviesa un momento “sumamente peligroso para la humanidad”, mencionando como ejemplo “el genocidio del pueblo palestino a manos del Estado israelí, dirigido por la extrema derecha”. También hizo referencia a la guerra entre Ucrania y Rusia, señalando que, a su entender, “hoy está siendo comandada por el gobierno de Donald Trump, quien, como jefe de la OTAN, parece asumir el rol de negociador con Vladimir Putin para alcanzar un pacto que resuelva las contradicciones imperialistas”.
En ese contexto, Abdala afirmó que la clase trabajadora es, objetivamente, “internacional” y ejemplificó con la defensa de los intereses de los empleados de la multinacional Yazaki en Uruguay. Al respecto, sostuvo que “no fue una dirección criolla la que decidió el cierre de la compañía, sino una oficina en Tokio”.

“Estos fenómenos nos hablan de la necesidad de construir una alternativa”, afirmó el dirigente sindical y subrayó que las tesis planteadas por el movimiento obrero “confirman que el capitalismo global es mucho más que la suma de economías nacionales; es una economía de carácter mundializado y transnacional”.
Abdala agregó que “la especulación financiera pesa mucho más que la producción de bienes y servicios en esta fase del capitalismo” y advirtió que se está atravesando una “revolución tecnológica profunda que trastoca todas las formas de trabajar y vivir, no para la satisfacción de las necesidades humanas, sino para acelerar la acumulación de capital”. También señaló que estamos en un momento de “grieta geopolítica”, lo que remite directamente a los conflictos bélicos actuales.
El presidente de la central sindical acotó que vivimos en un mundo “multipolar” y remarcó que “el producto bruto industrial de China es mayor que el de todos los países del G7, que son las principales potencias dominantes del planeta, por lo cual las guerras responden a una disputa por el reparto del mundo”. En ese contexto, sostuvo que son muy importantes las tareas centrales que tiene el conjunto de la clase trabajadora más allá de las fronteras nacionales. Además, enfatizó que América Latina “se mueve en conjunto”, porque los procesos “no son nacionales, sino continentales”.
Recordó que, “al influjo de la Revolución Cubana, se desarrolló un camino de lucha de los pueblos por su emancipación en todo el continente; luego vino la contraofensiva de los golpes militares, más adelante surgieron simultáneamente las democracias, después los gobiernos de izquierda y, posteriormente, se desplegaron nuevamente los caminos de la contraofensiva”.
Añadió que “hoy, América Latina es un terreno de disputas porque existen dos proyectos en pugna para el continente. Por un lado, la gloriosa Revolución Cubana, cada vez más asediada y atacada por el bloqueo de EE.UU; el proceso bolivariano, con sus problemas y contradicciones; el gobierno de Gustavo Petro en Colombia; el de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil; o el cambio de dirección que implicaron las elecciones en Uruguay. Pero, por otro lado, están la victoria de Jair Bolsonaro hace algunos años o la barbarie que representa el gobierno de Javier Milei en Argentina”.
“Defender la democracia es una parte central de la orientación del movimiento obrero y de lo que está en juego en estos años”, remarcó.
Asimismo, sostuvo que “el progresismo fue debilitándose en América Latina porque las clases dominantes, la derecha y el imperialismo boicotearon los procesos, pero también al no lograr diversificar la base productiva, ni promover la integración profunda y la complementación productiva de nuestro continente, mostró sus límites y rendimientos decrecientes, y fue sustituído por versiones cada vez más extremas de la derecha, como muestra actualmente la realidad argentina".
Finalmente, enfatizó que la labor histórica de la clase obrera organizada y de amplios sectores populares, opuestos a los grupos dominantes, es “luchar por un país productivo, con justicia social y una profundización democrática”.
Por otro lado, remarcó que “toda América Latina ha sido testigo de la primarización de su economía, del creciente peso de los agronegocios en las exportaciones del continente y de cómo, a pesar de los discursos, la falta de avances en la integración regional y en la complementación productiva ha evidenciado los límites de los gobiernos progresistas. Estos, al no lograr, no poder o no saber abrir una agenda de desarrollo, no han conseguido superar la desigualdad ni avanzar hacia una sociedad distinta”.
Abdala insistió en que la tarea central de la etapa histórica actual es “avanzar hacia una estrategia de desarrollo” basada en la diversificación de la matriz productiva y la reindustrialización del país, con mecanismos que apunten a la “justa distribución de la riqueza y a un proceso de profundización democrática, sustentado en la amplia participación de los trabajadores y el movimiento popular”.
Asimismo, subrayó la necesidad de resolver un conjunto de procesos nacionales liberadores, que tienen sus raíces en la historia, pero deben adecuarse al siglo XXI, con el objetivo de construir una sociedad más humana, democrática y participativa.
Acotó que el gobierno de Luis Lacalle Pou fue “el gobierno del gran capital, más vinculado al capital transnacional y a los agronegocios, que estableció un ajuste contra los salarios, los ingresos y los derechos de las grandes mayorías del pueblo trabajador”.
Recordó que el movimiento obrero definió al gobierno anterior como “de derecha, con componentes de ultraderecha y elementos fascistizantes”. Resaltó que dicha caracterización ha sido acertada, “porque desde el principio intentaron imponer el modelo de la desigualdad, ya que el capitalismo es expropiatorio, pues nace, crece y se reproduce a partir del trabajo no retribuido a los trabajadores”.
Abdala expresó que, desde el gobierno de Lacalle Pou, “se impulsaron políticas públicas que amplificaron las desigualdades”. Señaló que en 2019 había 450.000 trabajadores que ganaban menos de 25.000 pesos y que, en pocos años, esa cifra aumentó a 550.000.
Asimismo, remarcó que “creció la pobreza, en particular la infantil, y se redujo la participación de la masa salarial en el Producto Bruto Interno (PBI)”. Citó además datos del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales, según los cuales “para el 95% de la población uruguaya los ingresos disminuyeron, mientras que solo crecieron para el 5% más rico”.
El presidente de la central obrera afirmó que, para diversificar la matriz productiva, eliminar la pobreza y generar igualdad y justicia social, “hay que tocar la renta diferencial de la tierra, es decir, que quienes ganan más aporten más a la solución de los problemas de la gente”.
Destacó las luchas promovidas por el movimiento obrero y popular, así como la importante recolección de firmas tanto para el plebiscito sobre la seguridad social como para el referéndum contra la Ley de Urgente Consideración.
Aseguró que, en adelante, en el diálogo social sobre la seguridad social, el movimiento sindical planteará las tres medidas que ha impulsado: reducir la edad para acceder al derecho jubilatorio, igualar las pasividades mínimas al salario mínimo nacional y eliminar el lucro financiero de las AFAP, además de promover una reforma integral del sistema de seguridad social.
“Estas luchas han contribuido a generar una nueva situación en la que, de ahora en más, el movimiento sindical atravesará procesos de movilización en un escenario distinto, debido a la presencia de otras fuerzas en el Poder Ejecutivo y a la apertura de planteos públicos sobre la industrialización del país y la seguridad social”, expresó.

Asimismo, remarcó que el movimiento obrero “no está de acuerdo con ninguna forma de desindexación salarial, porque lo que preocupa es el salario real; por tanto, lo fundamental del salario es su poder de compra. No solo es importante que crezca el salario mínimo, sino que ningún trabajador pierda salario”.
Además, destacó que “aparece la posibilidad de avanzar en la reducción de la jornada laboral sin pérdida de salario”.
“Es decir, se trata de un escenario distinto al de un enfrentamiento entre el gobierno del gran capital y el conjunto de los trabajadores”, expresó Abdala ante el Congreso de la UNTMRA.
Remarcó que “no es posible garantizar el bienestar del pueblo con una matriz productiva que genere población sobrante en un país de 3.5 millones de habitantes” y agregó: “Lamentablemente, esto se refleja en los 550.000 trabajadores que perciben menos de 25.000 pesos, en los 150.000 desocupados, en las personas en situación de calle, en la pobreza o en los privados de libertad”.
Abdala criticó que “esta matriz productiva, basada en la exportación de celulosa, productos forestales, soja y carne, con escasa industrialización, ha profundizado la primarización de la economía y reforzado la dependencia del capital financiero internacional”. En ese sentido, señaló que “los centros neurálgicos del poder nos asignan un rol supeditado en la división internacional del trabajo, lo que no permite sostener una población de 3.5 millones de habitantes”.
Por ello, sostuvo que la tarea de esta etapa es promover un cambio en la matriz productiva, apostando a la complementación productiva intraindustrial en el MERCOSUR, reactivando la industria de la construcción y la reparación naval, y promoviendo un acuerdo automotriz con participación de los trabajadores, donde se fomente la complementación productiva intraindustrial en la región.
Abdala también propuso “restablecer la necesidad de una política industrial, generar condiciones para que las compras del Estado impulsen proveedores nacionales industriales” y garantizar que “la inversión extranjera directa se adecúe a la estrategia productiva del país y fomente la participación de proveedores nacionales”.
Asimismo, destacó la importancia de “generar las condiciones para que un plan nacional de desarrollo incluya componentes de educación técnica y capacitación”.
Por todo esto, subrayó la relevancia de “instalar un diálogo social para avanzar en la reforma de la seguridad social”, así como en “la profundización de los Consejos de Salarios y la negociación colectiva, la reducción de la jornada laboral y la creación de comités sectoriales para el desarrollo de la política industrial”.