
Mayo es el mes de la memoria en Uruguay en homenaje a los compatriotas detenidos desaparecidos durante el pasado terrorismo de Estado. Carolina Carretero, sobrina de Casimira María del Rosario Carretero Cárdenas, desaparecida durante la dictadura, expresó su preocupación por los nuevos embates negacionistas y remarcó que hoy “la impunidad asume nuevos modelos”.
Este 20 de mayo se llevará a cabo la 29ª Marcha del Silencio, la convocatoria pública impulsada por Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, con el apoyo de otras organizaciones sociales y de derechos humanos que tuvo su primer mojón en el año 1996.
La marcha por verdad, memoria, justicia y nunca más al terrorismo de Estado, es un homenaje a las víctimas de la dictadura militar y un acto de repudio a las violaciones de los derechos humanos.
Cada 20 de mayo, miles de personas participan en la Marcha del Silencio en Montevideo y también en decenas de ciudades del interior, de América y Europa. La fecha recuerda los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, William Whitelaw y Rosario Barredo, así como la desaparición de Manuel Liberoff en Buenos Aires, y el recuerdo de los 196 uruguayos desaparecidos.
En el mes de la memoria, y a pocas horas de una nueva convocatoria, Carolina Carretero, una joven socióloga nacida en 1994, recuerda a su tía, una víctima directa de la política de exterminio llevada adelante por el Estado represor.
Si bien formalmente Carolina tomó contacto con la organización Madres y Familiares de Desaparecidos porque su tía paterna, Casimira María del Rosario Carretero Cárdenas, desapareció en Buenos Aires el 1º de octubre de 1976, junto con otras víctimas, como parte del Segundo Vuelo de la Muerte de la Operación Cóndor, una coordinación represiva de las dictaduras del Cono Sur, en realidad ella siente que su pertenencia a Familiares ha sido algo "casi natural, de toda la vida".
Según información proporcionada por “Sitios de la Memoria”, Casimira María del Rosario Carretero Cárdenas nació en el barrio La Comercial de Montevideo, estudió en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo, cuando fue secuestrada estaba en pareja con Juan Pablo Recagno y militaba en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). Después del golpe de Estado en Uruguay, el 27 de junio de 1973, se trasladó a Buenos Aires y participó en la formación del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP). Fue secuestrada por las fuerzas represivas en la noche del 1º de octubre de 1976 en un operativo comandado por un grupo de militares uruguayos y argentinos en el marco del Plan Cóndor. Estuvo en el centro clandestino de detención y tortura Automotores Orletti.
Carolina recuerda otro episodio muy significativo en la vida de su familia y en la suya, que fue el encuentro, a mediados de los años 80, de su padre con Luz Ibarburu, fundadora de la organización Madres y Familiares de Desaparecidos. “Mi padre vio una foto que tenía Luz Ibarburu en la que estaban Juan Pablo Recagno Ibarburu (hijo de Luz) y mi tía María del Rosario. Entonces, él le dijo a Luz que la muchacha que aparecía en la foto era su hermana; al comprobar que coincidían los apellidos, Luz invitó a mi padre a participar de las reuniones de Familiares en la vieja sede de Conventuales”, relata Carolina.
Ahora en perspectiva, analiza que la capacidad de comprensión de una niña, como ella lo era cuando se enteró que tenía una tía desaparecida, fue cambiando a medida que comprendió y dimensionó la figura de una persona desaparecida. No fue sencillo para una niña asimilar la dualidad presente-ausente.
En tiempo de reconstrucción de su propia historia, valora que en su familia no se haya ocultado nada de lo que había sucedido durante la dictadura y que no existiera el tabú de hablar de la desaparición de una integrante de la familia.
“Las conexiones lógicas las vas haciendo con el tiempo, con los procesos y también al proyectar. Por tal motivo, el corto breve de Familiares, esas historias que no pudieron ser, ese imaginar de niño de un montón de otros finales, evidentemente existe por no reconocer lo que significaba. Después, de grande vas entendiendo que en verdad la figura de un desaparecido, representa una presencia-ausencia, una historia que no podemos saber nunca como pudiese haber sido pero que seguimos reconstruyendo a partir de las historias de las personas que les conocieron y así los mantenemos vivos en nuestra memoria”.
Con voz pausada y serena, Carolina explica que si bien ella nació en democracia y a nivel material no experimentó lo que fue vivir bajo el terrorismo de Estado, “las marcas quedan a nivel familiar“. “Poder hablar, verbalizar e incentivar la participación política son cuestiones que uno va incorporando desde su trayectoria y su familia”.
Cultura de la impunidad
Otro aspecto que está presente en la cotidianidad de la mirada sobre los desaparecidos durante el terrorismo de Estado, es el que intenta imponer el actual gobierno, por lo que Carolina considera que “la cultura de la impunidad asume nuevas formas y nuevos modelos y va reinventándose”. Asegura que el discurso de los años 90 de “no tener ojos en la nuca” sigue existiendo en la actualidad con la afirmación de que “hay que dar vuelta a la página”.
No obstante, sostiene que “es muy difícil dar vuelta una página que no tiene renglones. El discurso es que esto fue una guerra, a pesar de que está más que comprobado por documentos, autopsias o por testimonios contundentes la veracidad histórica de que existió el terrorismo de Estado”.
A Carolina y en general a los familiares de desaparecidos les preocupa y les genera un estado de alerta cuando surgen “nuevos embates negacionistas que emergen a la arena pública, y las alarmas no son las que deberían ser”.
De todos modos, ella considera que existe una “capilarización” hacia distintos sectores de la población para ir desterrando de a poco ese discurso, aunque ello no quita que exista un núcleo duro que siga reproduciéndolo.
“En mayo, mes de la efeméride por naturaleza, vemos personas de las más diversas esferas pronunciarse sobre los desaparecidos y realizar discursos y tomar posiciones contundentes que demuestran, desde lo más humano y desde el amor, lo mismo que movía a nuestros familiares: el anhelo de una sociedad más justa, más democrática y que nunca más se repita el terrorismo de Estado”, afirma.
Las nuevas generaciones
Si bien por su edad Carolina representa a las nuevas generaciones de compatriotas que tomaron la bandera por la lucha de la verdad, ella aclara que a los más jóvenes les incomoda que se utilice el término “legado”, porque afirma que las nuevas generaciones “no son ningún legado“, porque existe un trabajo intergeneracional, y además por el transcurso del tiempo.
“Desde las esferas del gobierno, las respuestas son muy escasas y a los jóvenes esto los acerca y los hace sentir parte de una gran familia. Existe un vínculo familiar que nos toca a todos y es el de tener una persona desaparecida y la segunda familia que es Familiares para cada uno de nosotros”.
Carolina recuerda, asimismo, las distintas etapas en la lucha por la verdad, que tuvo su punto de partida en una Comisión Especial parlamentaria en el año 1985, la Comisión para la Paz, después la conformación del Grupo de Trabajo y la Secretaría sobre Derechos Humanos, todo lo que significó avances institucionales, aunque lamenta la inexistencia de una política pública integral y procesos judiciales con dilaciones gigantes.
Cuestiona, asimismo, que quienes saben dónde están los desaparecidos, “no aporten información“. Destaca, a la vez, el trabajo de las familias buscando entre documentos e intentando lograr conexiones aunque terminen asumiendo el paso del tiempo y que los familiares vayan muriendo sin saber qué pasó.
“No estamos solas ni solos, porque cada año, en mayo, que es la fecha gigante de ese abrazo popular, nos damos cuenta de que son miles y miles las personas que nos acompañan. Esto nos da fuerzas para mantener esta lucha que lleva más de 50 años. Hay que seguir caminando, continuar reclamando memoria, justicia y nunca más terrorismo de Estado. Todas las personas que acompañamos en las 80 localidades del país donde se realizará la Marcha estamos convencidas de que es el camino y seguiremos exigiendo hasta que aparezca la última persona y hasta que se haga justicia”.