
Las respuestas del presidente del Consejo de Formación en Educación (CFE), Víctor Pizzichillo, a la diaria el 4 de marzo, no resisten el menor análisis.
1) Repitiendo el argumento de Jennifer Cherro, Pizzichillo afirma que “fue un error” que él aparezca avalando la resolución en donde se nombra a sí mismo como docente de una “Maestría”, la solución fue sacar su firma pero mantenerse como profesor.
2) Se trata de una “Maestría” que no tiene asegurada la validez de su titulación porque el CFE no es una universidad y, por lo tanto, no puede otorgar títulos de posgrado. Tampoco existe ningún convenio con alguna universidad que la garantice.
Se está engañando a las y los profesores que se anotaron a la “Maestría” presentando currículum, propuesta de tesis y asistiendo a una entrevista. De iniciarse los cursos es un problema que deberá resolver la futura administración y es un ejemplo más de dejar el campo minado al nuevo gobierno.
3) Se ve claramente que la educación se transformó para estas autoridades salientes en una agencia de colocaciones, basta ver como argumentan retóricamente que el Prof. Ademar Cordones, que no es Magíster, puede dar clases en un posgrado porque tiene un montón de concursos ganados. Esto no resiste ningún estándar universitario (bueno, para el MEC saliente pareciera que sí).
4) Justifica la designación de sus acólitos comparándose con la UDELAR, en donde es bueno aclarar que los docentes de posgrado dan cursos sobre su especialidad en los que son referentes como investigadores, pasan por una evaluación y por eso de selección y se designan de acuerdo al perfil de la maestría.
Es paradójico, además, que no tengan docente designado en el módulo “la desigualdad y los retrasos en los logros académicos en la enseñanza pública uruguaya”.
Todo reafirma la necesidad de una Universidad de la Educación pública, autónoma y cogobernada, que ha sido un compromiso de campaña del actual gobierno y que es imprescindible que se inicien los caminos para su concreción.
Secretariado ejecutivo del SIDFE